Los retratos infantiles de Isabel II y Carlos Luis de Borbón: la imagen al servicio de la legitimidad al trono español
Child portraits of Isabel II and Carlos Luis de Borbón: the image at the service of legitimacy to the Spanish throne
Ana José Braña-Albillo1
Recibido: 10-12-2021
Aceptado: 17-6-22
Resumen
Fernando VII (1784-1833), al morir su tercera esposa se encontraba sin un heredero directo, no obstante, su hermano el infante Carlos María Isidro (1788-1855) tenía tres hijos varones, y según el Reglamento de sucesión de 1713 era el heredero al trono mientras su hermano no tuviese un heredero varón. La búsqueda de una nueva esposa que le pudiese dar un heredero que siguiera su estirpe era primordial para el monarca español.
En este artículo se analizan las imágenes regias entre los retratos realizados por Vicente López (1772-1850) a Carlos Luis de Borbón y Braganza (1818-1861), hijo del infante Carlos María Isidro, como heredero al trono de España, y posteriormente a M.ª Luisa Isabel (Isabel II), primogénita de Fernando VII y heredera después de la promulgación de la Pragmática Sanción.
Palabras clave: monarquía, Borbones, sucesión, Isabel II, retrato, Vicente López, siglo XIX.
Abstract
Fernando VII (1784-1833), when his third wife died, found himself without a direct heir. However, his brother, the infante Carlos María Isidro (1788-1855), had three sons and, according to the succession regulations of 1713, he was the heir to the throne as long as his brother did not have a male heir. The search for a new wife who could give him an heir who followed his lineage was essential for the Spanish monarch.
This article will analyze the regal images among the portraits made by Vicente López (1772-1850) of Carlos Luis de Borbón y Braganza (1818-1861), son of the infante Carlos María Isidro, as the heir to the throne of Spain and, later, to María Luisa Isabel, eldest daughter of Fernando VII and official heiress to the throne after the promulgation of the Pragmatic Sanction of 1830.
Keywords: monarchy, Bourbons, succession, Isabel II, portrait, Vicente López, 19th century.
Tras el fallecimiento de la tercera esposa de Fernando VII2 (Fig. 1), María Josefa Amalia de Sajonia3 (1803-1829), el monarca se quedó sin ningún heredero directo, como había ocurrido con sus anteriores esposas. Aunque con su segunda esposa, María Isabel de Braganza (1797-1818)4, tuvo una hija, María Luisa Isabel, esta murió a los cuatro meses y medio. Después, tras un segundo embarazo, por negligencia de la cesárea, murió la reina y su hija nonata.
Fig. 1. Fernando VII con uniforma de Capitán General, 1814. Vicente López Portaña (1772-1850). O/l. 102 x 76 cm. Museo del Prado (Madrid). Depositado en Museo del Romanticismo. Inv. P007114.
Para el monarca era primordial dejar un heredero que continuase la dinastía, un heredero absolutista como entendía la monarquía de Fernando VII.
Gobernó con plena autoridad, sin limitaciones ni ataduras de ningún tipo ni procedencia. Desmanteló lo obra de los constitucionales, desvirtuó, hasta hacerlos inoperantes, los organismos históricos que atemperaban el poder del monarca absoluto, y a pesar de las muchas concesiones realizadas a la Iglesia y de la retórica sobre la alianza del trono y el altar, mantuvo el tradicional regalismo, esto es, impuso la autoridad civil a la religiosa5.
De nuevo viudo el monarca y sin descendencia, buscó una nueva esposa o, mejor dicho, un vientre que engendrara el ansiado heredero al trono de España. La elegida para este menester fue su sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1779-1849)6 (Fig. 2). Es la favorita, ya que viene de una familia prolífica. Uno de los que apoyaron este matrimonio fue su hermano Francisco de Paula Antonio María de Borbón y Borbón-Parma7 (1794-1865), que estaba casado con Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias (1804-1844), pero sobre todo será Luisa Carlota la más interesada en el enlace, ya que era una mujer ambiciosa y veía la forma de prosperar en la corte porque siempre existió la duda de que su marido Francisco de Paula (1794-1865) fuera hijo del rey Carlos IV (1748-1819) o de Manuel Godoy8 (1767-1851), y de esta manera veía la manera de legitimar a sus hijos con el matrimonio de la hermana de Luisa Carlota con Fernando VII.
Fig. 2. María Cristina de Borbón, reina de España, 1830. Vicente López Portaña (1772-1850). O/l. 96 x 74 cm. Museo del Prado (Madrid). Inv. P000865.
Cuando María Cristina llegó a España para casarse con Fernando VII contaba con veintidós años menos que su futuro esposo. La joven, que era agraciada, era destacada en las crónicas de la siguiente manera:
Tiene las orejas más bellas del mundo9, es alta, esbelta, con la tez blanca y rosada, los cabellos castaños, los ojos obscuros y brillantes, la nariz grande y recta, la boca grande pero bien dibujada, siempre muy sonriente, en conjunto elegante y majestuosa, muy simpática, que en seguida cautiva al pueblo español10.
No obstante, lo que no se sabía es que había sido reprobada por el arzobispo de Nápoles a causa de un escarceo con un apuesto oficial de la guardia palatina11. Ella se encontró con un Fernando VII que no se parecía a los retratos que le habían dado ni a la descripción que su hermana le había dado a través de cartas. Era feo, con la barbilla bastante pronunciada como otros miembros de la dinastía Borbón, ojos saltones, envejecido debido a la vida llevada que había degenerado su estado físico. Su parte médico señalaba: “tiene gota en los riñones, hernia vieja, retención de orina, no puede casi andar”12. Por tanto, la apariencia del rey no era lo que la joven reina esperaba, ni lo que le habían contado del monarca.
Fig. 3. El infante Carlos María Isidro, 1823. Vicente López Portaña (1772-1850). O/l. 126 x 97 cm. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Inv. 173.
Fig. 4. María Francisca de Braganza, Infanta de España y Portugal, 1823. Vicente López Portaña (1772-1850). O/l. 126 x 97 cm. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Inv. 743.
Fig. 5. Carlos Luis de Borbón y Braganza, 1830? Ó/l. 61 x 41,5 cm. Vicente López Portaña (1772-1850). Museu Nacional de Arte Antigua. Procedencia: Ajuda, Palacio Real (Portugal). Inv. 1601.
El matrimonio se celebró el 11 de diciembre de 1829 en Aranjuez. Pronto se quedó encinta, lo que representaba una amenaza para el hermano del rey, el infante Carlos María Isidro de Borbón13 (Fig. 3), que estaba casado con su prima María Francisca de Braganza y Borbón (1800-1834) (Fig. 4), ya que en el momento en el que el rey enviudó por tercera vez su hermano contaba con tres hijos varones: Carlos Luis, Juan y Fernando de Borbón y Braganza, por lo que el heredero al trono mientras el rey no engendrase, varón según el Reglamento de Sucesión impuesto por Felipe V (1683-1746) el 10 de mayo de 1713, sería Carlos María Isidro. Este educó a su primogénito Carlos Luis de Borbón y Braganza (Fig. 5) para ser heredero al trono, y así lo hizo representar al pintor de cámara Vicente López Portaña en un retrato infantil, en el cual es representado como un príncipe de sangre y heredero a la Corona.
El retrato es de cuerpo entero representando al infante con unos meses de edad, sentado en una alfombra o tapete (posiblemente de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara) mirando al espectador, semidesnudo, con una blusa de seda y encaje de Bruselas, dando cuenta del poder económico de la familia. A pesar de su corta edad, sujeta y muestra al espectador con su mano derecha la banda de la Orden de Carlos III (1776-1788) (Fig. 6): de seda azul celeste con una franja central de color blanco de la cual cuelga la cruz de la orden, consistente en una cruz de ocho puntas con la imagen de la Inmaculada Concepción, la leyenda Virtuti et Merito14, flores de lis y la cifra real de Carlos III, el fundador de la orden.
Fig. 6. Detalle de la banda y cruz de Carlos III.
Tanto su mirada como la manera de presentar la insignia al espectador, con cierta fortaleza a pesar de su corta edad, viene a significar que él sería el futuro heredero a la Corona, según lo dispuesto por Felipe V. López resuelve el fondo con un atardecer donde las nubes y el cielo tienen una amplia paleta de colores más acentuados que podemos ver en la alfombra o tapete donde se encuentra sentado el infante.
Este retrato se encuentra mal identificado en el catálogo del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa y en el catálogo de la exposición que se realizó en Viseu en 201915, ya que se indica que la retratada es la segunda hija de Fernando VII, Luisa Fernanda (1832-1897) y se fecha en 1832, año en que nació la infanta. No obstante, podemos apreciar que los rasgos físicos de la cara corresponden más a los de un niño que a los de una niña.
Fig. 7. Retrato de niño, 1828-30? Vicente López Portaña (1772-1850). Ó/l. 63,5 x 45,2 cm. Museo Castillo de Peralada, (Peralada, Girona).
José Luis Díez, en su Catálogo razonado, lo identifica como: Retrato del Príncipe Carlos Infante de España, Príncipe de Asturias en 184516. Por los datos que sabemos seguramente sea el retrato del infante Carlos Luis de Borbón y Braganza. Además, la composición y la carnosidad denotan el mismo estilo que utiliza Vicente López en el Retrato de niño que se encuentra en el Museo del Castillo de Peralada17 (Fig. 7) datados ambos aproximadamente entre 1828-1830. El hecho de que el retrato proceda del Palacio Real de Ajuda en Lisboa nos confirma más esta identificación, ya que la madre del infante fue hija de los reyes de Portugal y bien pudo ser que regalase un retrato del niño a sus abuelos, o bien pudo llevárselo cuando se exiliaron tras la jura de la hija de Fernando VII, Isabel, como princesa de Asturias.
Ante el estado de buena esperanza de la reina y la preocupación de que naciera hembra después de los anteriores matrimonios, Fernando VII decidió asegurar la sucesión de la Corona a su primogénito, aunque naciera hembra18, aun conociendo las ambiciones de hermano Carlos María Isidro y a pesar de haber estado muy unidos, ya que los dos hermanos pasaron hasta 1814 por las mismas experiencias y los dos fueron hostiles hacia Manuel Godoy19.
Con esta intención Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que dejó sin promulgar su padre Carlos IV, aunque fue aprobada en presencia del entonces príncipe Fernando el 30 de septiembre de 1789 por las Cortes, pero no se hizo pública por razones políticas, decisión que hoy en día no se entiende, ya que Carlos IV tenía varios hijos varones y no había problema de sucesión. Por tanto, restableció Fernando VII la antigua ley de sucesión de las Siete Partidas20 recogida en la Partida Segunda21.
Carlos María Isidro se sintió desde ese momento amenazado tanto si Fernando VII tuviese un varón como si tuviese una hembra, ya que, con la Pragmática Sanción, se vio claramente relegado del trono de España al igual que sus descendientes. Fueron muchos los seguidores y admiradores de Carlos, los llamados carlistas, ya que era diferente a su hermano tanto físicamente como moralmente: era alto y fuerte, con bigote rubio, la nariz menos acentuada que la de Fernando, los ojos hundidos y además ya tenía tres herederos varones, por lo que sus partidarios pensaban que le estaban usurpando la Corona.
El 10 de octubre de 1830 nació María Isabel Luisa22 que reinaría con el nombre de Isabel II23 (Fig. 8), siendo retratada por López con pocos meses de edad al igual que su primo Carlos Luis de Borbón y Braganza, pero con grandes diferencias.
Fig. 8. Isabel II, niña, 1831. Vicente López Portaña (1772-1850). Ó/l. 81 x 62 cm. Colección particular (antes en la colección Condesa Vda. de Romanones).
La princesa aparece tendida de cuerpo entero en un suelo frío, sobre un cojín o almohadón de terciopelo rojo, en una posición muy incómoda para un bebé, ya que apoya el dedo gordo o hallux del pie izquierdo en el suelo haciendo equilibrio para no caerse, pronosticando así López lo que sería el reinado y la vida de Isabel II. Su cara, junto a la mitad superior de su cuerpo, se gira para mirar al espectador dulcemente. El pelo es de un rubio rojizo, los ojos azules muy claros, su piel es sonrosada con roscas de un bebe sano, que se aprecia porque apenas se encuentra tapada con una blusa o camisa de seda y encajes de Bruselas al igual que el retrato de infante Carlos Luis.
En su mano derecha lleva un limón, y sobre el cojín o almohadón un sonajero, instrumento de juego desde la Antigüedad que, a diferencia de otros como el caballo o las muñecas, era utilizado tanto por niños como por niñas. Además de calmante infantil de las encías, también tenía connotaciones mágicas24. Es retratada en una estancia fría y oscura que solo está iluminada por su presencia. Como referencia de la estancia solo tenemos detrás de ella, a la izquierda, la base y parte del fuste de una gran columna de mármol toscana, dándonos a entender que es una estancia palaciega.
Si bien Lafuente Ferrari pensaba que López representó a la princesa por primera vez con “mesocrática despreocupación”25, José Luis Díez considera que fue retratada por el pintor de cámara sin connotaciones regias a la heredera al trono español26. Discrepo de estas opiniones, ya que, aunque Vicente López pudiera no estar de acuerdo con el cambio sucesorio, fue fiel a la nueva reina y podemos apreciar cómo la representa como heredera al trono, sin tener que poner elementos simbólicos claros. Si bien pone a la futura reina sobre el cojín o almohadón donde es habitual poner la corona, en este caso la corona sería ella misma, ya que es la que representa a la monarquía y el futuro. El sonajero, que Vicente López le representa realizado en coral rojo, uno de los materiales utilizados por la nobleza para realizar estos juguetes no solo por su valor económico, sino por sus connotaciones de protección en una época en la que el fallecimiento infantil era muy común, previniendo el mal de ojo, transmitiendo fuerza y valor27. En este caso el pintor probablemente lo representaría como el cetro, y el limón lo podemos interpretar como el emblema real del globo terráqueo, pero también haciendo alusión a los momentos que tendrá que afrontar de manera madura, aunque todavía sea un bebé.
Fig. 9. María Luisa Isabel de Borbón, 1831. Litografía de J. López. Autor José de Madrazo y Aguado (1781-1859). Museo de Historia, (Madrid).
Son escasos los retratos infantiles de Isabel II. Sabemos, por una litografía (Fig. 9) de J. López, de un retrato desaparecido que hizo José de Madrazo y Aguado (1781-1859) cuando Isabel II contaba pocos meses de edad, como ocurre en el lienzo de López, pero en este caso la postura es más acorde a su edad, ya que la niña aparece sentada en un sillón sobre una almohada en forma de trono. Aparece vestida con un simple vestido de seda con una pequeña tira de encaje alrededor y sujeto en el hombro derecho por un broche o fíbula al estilo romano. Lleva en su mano derecha un sonajero que podemos interpretar o bien como un juguete o bien como un cetro o elemento simbólico. A la derecha apreciamos una muñeca y a la izquierda una carraca, un juguete de la infancia que se está cayendo porque ya no es el momento de jugar, es el momento de la responsabilidad que tendrá que asumir como heredera. El cortinaje ampuloso bordado que se encuentra a la izquierda nos está indicando que nos encontramos en una estancia palaciega.
Fig. 10. Isabel la Católica guía a Isabel II al templo de la Gloria, 1840. Litografía de R. Améringo Morales. Pintor Vicente López Portaña (1772-1850), 1833. Biblioteca Nacional (Madrid). Inv. GR-2365.
Con motivo de la proclamación y jura ante las Cortes de la infanta María Luisa Isabel como princesa de Asturias el 20 de junio, Vicente López realizó un gran lienzo titulado Isabel la Católica guía a Isabel II al templo de la Gloria (Fig. 10), que hoy se encuentra desaparecido y que se realizó para la fachada principal del palacio Varela con las figuras a tamaño natural. Es conocido a través de la litografía de Cayetano Palmaroli28 (1801-1853), en la que aparece este gran lienzo, pero también se recoge la descripción del mismo en la obra Origen de la litografía en España29. La prensa de la época también se hizo eco del lienzo, elogiando la obra de López30. Pero es la litografía de R. Ameringó y Morales (1807-1884) la que mejor ha llegado a nosotros, ya que es una copia literal de la obra de López31:
La reina Católica, con la indumentaria tradicional de la época en la que vivió, lleva de la mano a la joven Isabel II, y la guía por un accidentado sendero hacia el templo de la Gloria, que se levanta resplandeciente sobre un risco, acompañadas en su camino, por el león, símbolo de la monarquía Española32.
En esta obra el pintor claramente retrata a Isabel II de niña como heredera legítima, siendo la obra más emblemática realizada por López al servicio de la Corona, ya que la alegoría tiene un gran significado político, legitimando claramente a la princesa frente a su tío Carlos María Isidro y sus partidarios33. Será este modelo creado por Vicente el utilizado como retrato oficial hasta la adolescencia de la reina, repitiéndose y copiándose en sucesivas réplicas para las diferentes estancias oficiales españolas y de las colonias.
A las dos semanas de la muerte de Fernando VII, su primogénita, con tan solo tres años, es proclamada reina de España el 24 de octubre de 1833, dividiendo al país y a Europa ya que su tío Carlos no renunció a sus derechos de sucesión, aunque le propusieron compartir con María Cristina de Borbón la regencia, pero este se niega justificándose así:
No me engaño. Se muy bien que si, por motivo cualquiera, cedía esta corona a quien no tiene derecho a llevarla, Dios pediría cuentas rigurosas en el otro mundo, y en este mundo mi confesor no me lo perdonaría… Así que no os canséis: no cambiaré mi punto de vista. No soy yo el que quiere la guerra, sois vosotros puesto os obstináis en sostener una causa justa34.
Por eso no sorprende que el retrato del infante Carlos Luis tenga connotaciones tan claras a la alusión de heredero a la Corona de España y, en cambio, los retratos de María Luisa Isabel, futura Isabel II, tanto de V. López como el retrato desaparecido de J. de Madrazo, del que solo ha llegado una litografía, tenemos que analizarlos más despacio y profundamente, ya que existía una gran incertidumbre de lo que podía pasar con una niña tan pequeña y padre tan enfermo a la que se negaban a reconocer como heredera su tío Carlos María Isidro y sus partidarios, que la consideraban una usurpadora del trono, llegando a poner en duda, incluso, que fuera hija de Fernando VII.
Una de estas muestras de ataques a la futura Isabel II la tenemos documentada en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, donde se conserva el proceso contra Jacinto Herrera, vecino de Medina del Campo (Valladolid), Juan García, vecino de Villaverde (Valladolid) y Félix Pastor, vecino de Fuente la Piedra (Valladolid), conocidos por expresar públicamente su opinión contra Isabel II, quienes fueron acusados en 1836 de amenazar mediante un anónimo a Zoilo Ríos35 (Fig. 11), vecino de Medina del Campo, por ser partidario de Isabel II. En los libelos presentados como prueba se acusaba a María Cristina de Borbón-Dos Sicilias de ser una ramera, y se insinuaba que Isabel II era hija bastarda, lo que se plasmaba a través de una caricatura36 (que no había sido publicada hasta este momento) (Figs. 12-13), en la cual se deja patente la infidelidad de la reina María Cristina con Agustín Fernando Muñoz37 (1808-1873). Ambos habrían mantenido una relación íntima, puesto que en el dibujo la reina es representada encinta y en su vientre se ve la figura de un bebé, que sería Isabel II. El dibujo, además, muestra explícitamente que tras ellos se encuentra el sable levantado de Fernando VII amenazando a los amantes.
Fig. 11. Anónimos dirigidos a Zoilo Ríos, 6 de diciembre de 1835. ARCHU_PCR_0301.0001_0011.
Figs. 12-13. Anónimos con caricatura dirigidos a Zoilo Ríos, 24 de febrero de 1836. ARCHU_PCR_0301.0001_0009 y ARCHU_PCR_0301.0001_0010.
Si bien el dibujo es tosco, es muy clara la intención de libelo contra Isabel II y María Cristina, aunque la causa tuvo que ser archivada, pues no se pudo probar la autoría de los acusados. No obstante, este tipo de acusaciones contra María Cristina prendió la mecha, sirviendo a las tres guerras carlistas para deslegitimar a Isabel II y reafirmar a su tío y a su primo como los herederos al trono por la Gracia de Dios.
Como hemos podido ver, existió la voluntad de legitimar a Isabel II desde que nació a través de sus primeros retratos infantiles, tanto por parte de Vicente López como de José de Madrazo, de una manera sutil presentándola como heredera legítima a la Corona, ya que la Corona sería ella misma, que estaría postrada en el cojín donde se colocaban tradicionalmente los atributos reales en los retratos oficiales. Lo contrario aparece en el retrato del infante Carlos Luis, en el cual la condición de heredero es más clara, ya que el niño lleva la cruz de la Orden de Carlos III, gran cruz que solo ostentaban los futuros monarcas.
Esta legitimidad de Isabel II, además, se refuerza no solamente con su nombre, que se vincula con el de Isabel la Católica, sino también con el lienzo que hace López para su proclamación como princesa de Asturias, ya que la eleva a ser la descendiente directa de la reina más importante de la historia española: Isabel la Católica.
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Notas
1 Doctoranda en Historia del Arte, Universidad de Valladolid. anajose.brana@estudiantes.uva.es y a.j.albillo@hotmail.com
2 Hijo de Carlos IV de España y María Luisa de Parma. Llamado “el Deseado”, aunque a lo largo de su reinado fue apodado “el Rey Felón”.
3 Hija de Maximiliano de Sajonia y la princesa Carolina de Borbón y Parma.
4 Hija de su hermana mayor Carlota Joaquina y Juan VI de Portugal.
5 LA PARRA LÓPEZ, E., 2018, p. 6.
6 Hija de María Isabel de Borbón (1777-1849), era la cuarta hija de Carlos IV de España (1748-1819) y María Luisa de Parma (1751-1819). Estaba casada con Francisco I Dos Sicilias (1748-1819).
7 Último hijo de Carlos IV de España y María Luisa de Parma. Hay autores que otorgan la paternidad a Manuel Godoy y Álvarez de Faria (1767-1851). Los rumores y la historiografía tradicional atribuían que el favor de la reina era un indicio de una presunta relación amorosa.
8 Político y noble español de Carlos IV y María Luisa de Borbón-Parma.
9 CIERVA y HOCES, R., 1998, p. 44.
10 LUZ, P., 1943, p. 14.
11 BALANSÓ AMER, J., 2000, p. 19.
12 LA PARRA LÓPEZ, E, 2018, p. 19.
13 Décimo hijo de Carlos IV de España y María Luisa de Parma. Llamado comúnmente Don Carlos, conocido por sus ideas absolutistas, intolerante y de un gran fervor religioso.
14 El lema resume el principal requisito para acceder a la orden: el mérito y la virtud.
15 PAIVA, O., 2019.
16 DÍEZ GARCÍA, J. L., 1999, p. 98, lám. 206.
17 DÍEZ GARCÍA, J. L., 1999, p. 732. lám. 220.
18 BURDIEL BUENO, I., 2010, p. 29.
19 LUZ, P., 1943, p. 15.
20 Es un cuerpo de normas o leyes que fue redactado en Castilla durante el reinado de Alfonso X (1252-1284) con el objetivo de conseguir la uniformidad jurídica del reino.
21 Regula la sucesión en la Corona de Castilla. En ella se establece que las mujeres podían reinar si no tenían hermanos varones, ya que tenían preferencia sobre los varones de parentesco más lejano.
22 Nombre que pone Fernando VII en recuerdo a la primera hija que tuvo y que duró pocos meses de vida con la reina María Isabel de Braganza.
23 ALBA PAGÁN, E., 2009, p. 1. BRAÑA-ALBILLO, A. J., 2019, p. 26; CORTES ECHANOVE, L., 1958, p. 253; DÍEZ GARCÍA, J. L., 1999, ref. 14, p. 98, lám. 206; LAFUENTE FERRARI, E. y MARQUÉS DE LOZOYA, 1974, p. 55, lám. 31; LAFUENTE FERRARI, E., 1951-1952, p. 45.
24 ALFONSO CABRERA, S., 2016, p. 53.
25 LAFUENTE FERRARI, E., 1951-1952, p. 45.
26 DÍEZ GARCÍA, J. L., 1999, p. 98, lám. 206.
27 HERNANDO, P. L., 2010-2011, p. 216.
28 Pintor y litógrafo de origen italiano que trabajó principalmente en Madrid.
29 VEGA, J., 1990, pp. 240-246. OSSORIO y BERNARD, M., 1883-1884, p. 389.
30 La Revista Española, n.º 68, 1833, p. 661. [Consultado 18/09/2019].
31 Hay copias en la Biblioteca Nacional R.G.E. 102-2 y en el Museo Municipal. N. 12.473.
32 DÍEZ GARCÍA, J. L, 1996, p. 78, lám. 223.
33 GUTIÉRREZ LLORET, R. A., 2011, pp. 221-222.
34 LUZ, P., 1943, p. 16.
35 Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (citaré ARCHV), Pleito Criminal, Caja 0301.0001.0011.
36 ARCHV, Pleito Criminal, Caja 0301.0001.0009, Caja 0301.0001.0010.
37 Guardia de corps que contrajo matrimonio morganático en secreto con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias al poco tiempo de fallecer Fernando VII. Fruto de este segundo matrimonio tuvieron ocho hijos, de los cuales los cuatro primeros nacieron y posteriormente fueron ocultados en Francia al gobierno español, por lo que se pensaba que la relación de María Cristina y Muñoz habría empezado mucho antes de que muriera Fernando VII. Varios años después Fernando Muñoz, a través de su matrimonio con María Cristina, se convirtió en el I duque de Riánsares, grande de España, I duque de Montmorot en Francia y caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.