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Santa Ana en el Pilar

Santa Ana en el Pilar

El busto relicario del platero Castelnou: del gótico tardío a las gradas del Corpus

Ester Casorrán Berges, Carmen Morte García, Carolina Naya Franco

Tabla de contenidos

  • La devoción a santa Ana y a su reliquia en el Pilar de Zaragoza: las bulas de Alejandro VI y el fragmento para la ciudad de Tudela
  • El busto relicario gótico de Santa Ana, la Virgen y el Niño, obra del platero valenciano Jaime Castelnou (1480-1481)
  • El ornato de Santa Ana Triple a finales del siglo xv y la arqueta relicario del platero Juan de Oñate (1533)
  • El alhajamiento del busto en el Renacimiento
  • El ornato del busto en el Barroco
  • La remodelación del busto en el siglo XVIII por José Godó y las gradas del Pilar estrenadas en el Corpus (1770)
  • Fiesta y procesión de Santa Ana: usos litúrgicos y paralitúrgicos
  • Trascendencia del busto pilarista de Santa Ana Triple en Aragón
  • Notas
  • Apéndice documental
  • Anexo
  • Bibliografía y fuentes
  • Archivos consultados
  • Índice onomástico

Preámbulo 

La primera referencia a la devoción a santa Ana en la iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza es del 20 de febrero de 1297. Ocho años más tarde, santa Ana ya tenía altar propio en el templo. Su culto se vio favorecido por las indulgencias concedidas por diferentes papas, sobre todo por dos bulas de Alejandro VI: una del 14 de octubre 1497 y otra del 22 de mayo de 1501. En estas fechas la cabeza se veneraba en la festividad de la Madre de la Virgen, el 26 de julio. Para preservar tan preciada reliquia, el platero valenciano Jaime Castelnou realizó, entre finales de 1480 y principios de 1481, el magnífico busto gótico de Santa Ana Triple en plata sobredorada y encarnada; posteriormente, en 1484, le hizo algunos arreglos. A comienzos del siglo xviii José Godó lo modificó sustancialmente y, a día de hoy, todavía se conserva en el templo mariano zaragozano.

Vamos a referirnos a este platero —el autor del busto— por su nombre escrito con una l: Castelnou, tal como se cita en la documentación zaragozana, aunque en valenciano esta saga se conozca como Castellnou. De dicha saga familiar destaca Joan, el padre de Jaume, uno de los más famosos plateros valencianos de esta época. Del mismo modo, cabe aclarar que nos referiremos a la escultura de Santa Ana como busto relicario, pero también como cabeza o testa, tal como está mencionada en la documentación pilarista, por contener la reliquia del cráneo de la santa. Así, la referencia a dicha escultura se nombrará en mayúscula por ser el nombre acuñado de la obra (Santa Ana Triple, la Santa, el busto de Santa Ana), al igual que los bustos dedicados a otros santos y santas, como por ejemplo, el busto de San Braulio, entre otros.

Las tres figuras que componen este grupo escultórico ya estaban muy alhajadas a finales del siglo xv; si bien, en los siglos siguientes, se quitarán algunas joyas y se añadirán otras de acuerdo al gusto artístico del momento. Sin duda fue el siglo xvii el momento de mayor ornato. También cabe citar que, todavía hoy, la reliquia del cráneo de santa Ana se guarda en el interior del busto, dentro de la oquedad de su propia estructura, en una cajita renacentista de plata, en su color, realizada presumiblemente por el platero Juan de Oñate en 1533. Dicha pequeña urna relicario volverá a documentarse unos años más tarde al trabajar en el ornato del busto, tal como detallaremos.

Las tres generaciones hoy se presentan sin atributo en las manos, aunque el Niño seguramente portaba un orbe ya en el diseño de Castelnou. No obstante, este hecho no se cita hasta el inventario de mediados del siglo xviii, después, por tanto, de la remodelación que le hizo José Godó a comienzos de dicho siglo. Es entonces, en 1758, cuando se dice por primera vez que lleva “el Mundo en la mano”, sin embargo, vuelve a observarse la ausencia de este elemento en la descripción del siguiente inventario de 1814, el primero de la Edad Contemporánea. A este respecto, hay varias cuestiones que nos permiten inferir que el Niño portaba el orbe en la mano ya en el diseño del siglo xv, como detallaremos más adelante.

De cualquier modo, la modificación más sustancial de este busto gótico será realizada por el platero de la propia iglesia de Santa María del Pilar, José Godó, entre 1714 y 1715. El orfebre marcará la obra tan solo con el punzón de la ciudad, sin dejar rastro de su nombre o impronta propia en la plata. El orfebre logroñés afincado en Zaragoza arreglará algunas partes de la Santa Ana, sobre todo modificará su diadema y hará nuevas coronas para el Niño y la Virgen, además de actualizar el cuerpo y los brazos de esta última. Todas sus intervenciones figuran con marcas de la ciudad. En este siglo xviii también cambiará el alhajamiento de las tres imágenes. Finalmente, el conocido orfebre Domingo Estrada realizará la base (o peana) sobre la que  se asienta la obra, tal como acredita su apellido punzonado junto al marcaje de la ciudad de Zaragoza empleado entre 1760 y 1770.

El último tercio del siglo xviii fue un momento cumbre para la devoción a santa Ana: se mostraba con gran riqueza y suntuosidad junto a otras esculturas en plata del tesoro del Pilar, dispuestas en el altar mayor sobre las gradas de plata hechas también por Domingo Estrada, que se inauguraron en la festividad del Corpus Christi de 1770.

En la Edad Contemporánea comienza irremisiblemente el declive de esta devoción, tan gloriosa en el pasado. En el siglo xix y comienzos del xx tan solo se hicieron en ella pequeños arreglos y fueron desapareciendo las joyas que portaban las tres figuras. La decadencia también queda reflejada en la caída progresiva de las piedras del busto que la documentación certifica: en las sucesivas descripciones de la imagen en los inventarios pilaristas se observan unas pérdidas que no serán repuestas.

Este excepcional busto relicario antropomorfo, obra de gran lujo, ya procesionaba por las calles de Zaragoza en 1481. En este año se le hizo una peana para la procesión y un soporte que fue renovado con frecuencia y en el que trabajaron escultores tan destacados como Damián Forment o Domingo Fernández de Yarza y pintores de la categoría de Martín de Soria o Jerónimo Cósida. El grupo escultórico en plata dejó de procesionar probablemente en 1875 y de exponerse en las gradas del templo del Pilar en la década de 1970. Como también se explicará —gracias a una fotografía de 1918— la figura de Santa Ana también se intervino en algún momento entre esa fecha y 1986. La última restauración del busto relicario se llevó a cabo en 2015 con motivo de una exposición sobre el monarca Fernando II de Aragón, el rey Católico.

No es de extrañar que una obra de tan alta calidad artística, como este busto gótico de Santa Ana Triple, fuera modelo para otras esculturas del mismo tema en Aragón. Además, forma parte del excepcional conjunto patrimonial compuesto por más de cincuenta piezas de este tipo, que no tiene parangón en otros territorios. La mayor parte de las piezas de esta espléndida colección de bustos relicarios se encuentra repartida entre ambas catedrales de Zaragoza: la del Salvador y la de Nuestra Señora del Pilar.

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